jueves, 19 de julio de 2012

GALERÍA DE CAMPEONES 3

CURIOSIDAD: IVANCHUK CON EL CONJUNTO DE UNA DE SUS PASIONES... EL REAL MADRID

21/02/2008



El gran maestro ucraniano de ajedrez Vassily Ivanchuk (9º del mundo) se ha revelado como un gran aficionado al Real Madrid en el Torneo Linares-Morelia, que celebra actualmente su primera fase en México. Su filiación a los colores blancos es tal que se plantó en la primera partida del torneo más importante del mundo con la chaqueta del chándal del Madrid. El público presente y, sobre todo, los jueces no daban crédito al look informal de Ivanchuk. El ucraniano hizo tablas ante el noruego Carlsen y los árbitros le dieron el primer aviso.
Pero en la segunda partida, Ivanchuk insistió y volvió a aparecer con la chaqueta del club blanco para enfrentarse a Peter Leko, al que ganó. Ivanchuk estaba pletórico, pero los jueces le cortaron las alas. Tendría que presentarse con una chaqueta clásica como el resto de jugadores. A partir de ahí, el juego de Vassily decayó y cosechó dos derrotas seguidas, ante Topalov y Aronian. Para el próximo duelo (anoche), contra el español Shirov, Ivanchuk prometió acudir "con el chándal del Madrid". El director de la competición, Paco Albalate, lo ve posible: "Si Ivanchuk quiere jugar con el chándal del Madrid, lo hará. Estas medidas se toman para guardar un poco las formas. Pero esto es una excepción".

Excéntrico.

Ivanchuk, de 38 años, es uno de los grandes talentos del ajedrez mundial. Ha ganado tres veces en Linares, pero nunca ha sido campeón mundial. Kasparov cree que es "por sus nervios". Porque Ivanchuk es uno de esos genios despistados que nunca se sabe por dónde puede salir. Por ejemplo, la primera vez que ganó en Linares cantó a grito pelado en la entrega de premios. En otra ocasión, se golpeó la cabeza de forma violenta tras fallar una jugada. Y así muchas más. La del chándal del Madrid es la enésima anécdota del hombre que vive, según sus compañeros, en el Planeta Ivanchuk.

GALERÍA DE CAMPEONES 2




El ucraniano Vassily Ivanchuk, mejor conocido como ‘Chucky’ es, sin lugar a dudas, uno de los más grandes, talentosos y dedicados ajedrecistas de todos los tiempos. Conocido por su excentricidad y genialidad, Chuky es, junto con Paul Keres, David Bronstein y Victor Korchnoi uno de los campeones mundiales sin corona. Un genio absolutamente incomparable y casi indescriptible” (Javier Brown)
Ivanchuk ha llegado a ser reconocido como el segundo jugador más fuerte del mundo (tras el nº1 Kasparov)



IVANCHUK VENCE AL Nº 1 DEL MUNDO MAGNUS CARLSEN EN EL MUNDIAL DE PARTIDAS  Semirápidas (15 minutos + 10 segundos por jugada). Astaná (Kazajistán), 8-7-2012.
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GALERÍA DE CAMPEONES 1

Vasili Ivanchuk es tal vez el jugador mas querido de la élite del ajedrez mundial, por lo menos uno de mis favoritos.
ahora los dejo con el principio de una serie de notas basadas en el. 
a reír y disfrutar...

El desayuno del ajedrecista

XLSemanal - 25/4/2011.  ARTURO PEREZ REVERTE
Lo veo entrar en uno de los comedores del hotel de Montecarlo donde asisto al legendario torneo Amber Chess, que por una elevada suma de dinero enfrenta a los doce mejores jugadores de ajedrez del mundo. Es un individuo de aspecto tosco, desgarbado de maneras, vestido con chándal azul, que camina entre las jarras de zumo de naranja, las pilas de croissants, la fruta y las bandejas calientes con huevos, salchichas y tocino. Viene despeinado, sin afeitar, y lo observo con asombro porque tardo en reconocerlo. Se mueve con mucha torpeza, como si no terminase de despertar del todo, o como si, recién dejada la cama, sus miembros no acabaran de habituarse a los movimientos usuales. Hasta su forma de apoyar los pies en el suelo es peculiar: arrastra las zapatillas de deporte volviendo los pies hacia adentro, igual que quienes tienen algún defecto físico que les impide andar con soltura. A eso hay que añadir la expresión absorta del rostro: sus ojos azules bajo las cejas espesas parecen perdidos en la nada, vacíos de contenido, dándole un aire de extrema estupidez. Y todo ello, el aspecto rústico y vulgar, la expresión, la manera fatigada de moverse, lo hacen parecer fuera de lugar en el comedor del lujoso hotel monegasco; cual si un campesino de maneras burdas y chata inteligencia acabara de colarse, de manera inexplicable, entre los árabes vestidos de Hugo Boss y las rubias de acento eslavo, falda corta y piernas largas, que acompañan a hombres de negocios con camisa de seda, teléfono móvil y macizo Rolex de oro en la muñeca.


Lo sigo con la vista, interesado, mientras coge un huevo pasado por agua. Con éste en la mano, dudando como si no supiera exactamente qué hacer, acaba por dirigirse a una mesa donde aguarda una mujer joven y corpulenta que parece su esposa. Sentándose al lado, el hombre de la expresión estúpida emplea un tiempo increíblemente largo en estudiar el huevo como si pretendiera averiguar por dónde entrarle. Al fin, torpe y lento, lo golpea un poco en el borde de la mesa y le quita la cáscara a la mitad superior antes de llevárselo directamente a la boca y comerlo despacio, con la mirada perdida de antes. Cuando acaba, deja la cáscara vacía sobre la mesa y se la queda mirando largo rato, absorto, con la misma expresión de estupidez absoluta. De gañán fuera de lugar y de momento. Y apenas se mueve cuando la mujer, con el ademán solícito que tendría si atendiese a un impedido, se inclina hacia él y, con una servilleta, le limpia restos de yema de huevo que han quedado en los pelos del mentón sin afeitar.


Seis horas más tarde, sentado en una sala en la que reina un silencio absoluto, reverencial, me encuentro de nuevo a tres metros de ese mismo hombre. Ahora lo veo afeitado, bien peinado y limpio, vestido con un traje oscuro. Está de codos ante un tablero de ajedrez y ya no parece un campesino desaliñado y estúpido. Se llama Vasili Ivanchuk, es ucraniano, y también es el quinto mejor jugador del mundo en el ranking actual de grandes maestros. Hace dos días lo vi en esta misma sala jugar contra el noruego Magnus Carlsen, ayer lo vi enfrentado a Viswanathan Anand, actual número uno mundial, en una partida memorable, y hace cinco minutos, jugando con blancas contra el búlgaro Veselin Topalov, lo he visto sacrificar deliberadamente una torre, en el curso de un ataque audaz por el flanco de dama, preciso como un golpe de bisturí, que ha transformado la partida en un espectáculo de belleza perfecta. Y mientras sigo asombrado la progresión de su juego impecable, compruebo que la expresión absorta de los ojos azules de Vasili Ivanchuk es idéntica a la de esta mañana en el desayuno, mientras le quitaba laboriosamente la cáscara al huevo: alienada y vacía. Y así, mientras concluyo que nunca es posible estar seguro de lo que oculta la mirada estúpida, inteligente, bondadosa o malvada de un ser humano, recuerdo lo que el hombre al que tengo delante le dijo a mi amigo el periodista y gran maestro de ajedrez Leontxo García, cuando éste le preguntó, hace tiempo, si para él era concebible levantarse una mañana sin tener una partida que jugar. El ucraniano estuvo pensativo quince segundos, igual que si calculase un movimiento, y al fin respondió con un escueto «no».


Inmóvil en mi silla, entre el reducido público, sonrío sin apartar los ojos de Ivanchuk, que sigue inclinado sobre su tablero. Ahora sé que es perfectamente posible, a las ocho y media de la mañana, jugar una partida de ajedrez contra un huevo pasado por agua.